El Cultural trae
una muestra de los poemas del antipoeta Nicanor Parra, quien acaba de ganar
el Premio Cervantes, a los 97 años., con versos como este, llamado La Fortuna:
La fortuna no ama a quien la ama:
Esta pequeña hoja de laurel
Ha llegado con años de retraso.
Cuando yo la quería
Para hacerme querer
Por una dama de labios morados
Me fue negada una y otra vez
Y me la dan ahora que estoy viejo.
Ahora que no me sirve de nada.
Ahora que no me sirve de nada.
Me la arrojan al rostro
Casi
como
una
palada
de
tierra...
También dijo que antes de él la poesía era el paraíso del
tonto solemne. Y en ese tono transcurre casi todo lo que se ha publicado a raíz
del premio. En la entrevista
de Babelia el entrevistador protagoniza…y es algo solemne. Pero tiene buenas
frases del poeta e información sobre su vida. En cuanto a su oposición a
Neruda, vaya este párrafo: “En el auto, camino al restaurante, (Parra) mira por
la ventanilla y dice, divertido:
-¿Usted es de Buenos
Aires? Una vez a Borges le preguntaron qué pasaba con la poesía chilena y dijo:
"¿Qué es eso?". Y le dijeron que ahí estaba un premio Nobel que era
Pablo Neruda. Y dijo: "Ya lo dijo Juan Ramón Jiménez, un gran mal poeta".
Y eso que Neruda todavía no había descubierto el kitsch. Y le preguntaron por
Nicanor Parra. Y dijo: "No puede haber un poeta con un nombre tan
horrible".”
Pero The Clinic sí da muestras de imaginación y humor en su versión
online (copada por Parra), tal vez porque en cierto modo este es tanto
inspirador como talento “in-house”. Para Roberto
Bolaño, sólo el poeta mexicano Mario Santiago ha tenido una lectura lúcida
del antipoeta, que para los demás es un meteorito oscuro, la aldea de Santiago
está llena de zombis, y Parra escribe como si lo fueran a electrocutar al día
siguiente. Versos como estos: “Los cuatro grandes poetas de Chile/ Son tres/
Alonso de Ercilla y Rubén Darío”.
La revista trae también muestras de “El
Quebrantahuesos”, pasquín-collage copy-paste de Parra (rompecabezas-quebrantahuesos,
¿cachai?), y fotos de
sus “artefactos” destacando la (en aquél entonces) improbable conjunción del Manifiesto Comunista, Mein Kampf , y el Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos
sexos en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta
que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido de un
breve tratado sobre los deberes morales del hombre, de Manuel Antonio
Carreño, lectura seminal (esta última) para todo chileno educado.
Y alumnos y ex colegas recuerdan
cómo Parra hizo para no volverse loco durante la dictadura, refugiado en el “Departamento
de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile, una isla de pensamiento y
libertad”. A un colega le habría dicho:
“No, yo no me voy a ir de aquí porque yo me nutro de esto.
Yo necesito esto para mi trabajo poético”.
El Centro Virtual Cervantes presenta
un fragmento de la traducción que Parra hiciera del Rey Lear de Shakespeare, en el que Oswald se compara a una pelota
de tenis, Kent le insulta diciéndole futbolista (pero esto sí sale en el
original), y Lear hace lo propio diciéndole quiltro, voz chilena por donde la
vean.