Alma Guillermoprieto: El Salvador, país condenado por la violencia.
El Mundo Economía y Negocios: Ibsen Martínez sobre las cárceles en
América Latina
New York Times: Nina Menkes: estallido del alma en trance.
El Boomeran(g) presenta en PDF un artículo aparecido en Claves de Razón Práctica, escrito por Alma Guillermoprieto, que
regresa a El Salvador luego de treinta años y no reconoce nada. La
autopista que hoy lleva del aeropuerto a la ciudad no deja entrever la antigua
carretera, en cuyo borde se descubrieron los cuerpos de cuatro religiosas
asesinadas y violadas durante la guerra civil. Tras la apariencia próspera, sin
embargo, se muestra sin mayor disimulo la realidad violenta del país, encarnada
ahora en las bandas llamadas maras, secuela de aquel conflicto armado. Un país
destrozado en su infraestructura, con miles de campesinos desplazados
engrosando los barrios pobres y los gobiernos de la derechista ARENA sin
mostrar mayor preocupación por los pobres, necesitaba para incendiarse sólo la
chispa provista por los hijos de los refugiados salvadoreños en Los Ángeles, que
importaron la cultura gangsteril de la ciudad. Forman parte de una red
trasnacional del crimen, en la que se mezclan las drogas, el secuestro y el
tráfico de personas. Guillermoprieto encuentra una policía sobrepasada; producto
del acuerdo de paz, que comprometió a la inclusión de miembros de ambas partes
del conflicto, bajo supervisión de la ONU, nadie está de su lado, en parte por
su intento en mantenerse neutral. El
original puede verse en The New York
Review of Books.
En El Mundo de Venezuela, Ibsen Martínez comenta
las recientes tragedias carcelarias en Honduras y México como parte de un fenómeno
endémico en América Latina. Un anuario de los incidentes en Venezuela formaría un
grueso volumen, pero sin lectores, pues un rasgo de la deshumanización de la
sociedad es la indiferencia que provocan estos reportes. La corrupción del
sistema judicial sería una manifestación de nuestra disfuncional modernidad,
estatista y clientelar, y tener que pagar por un proceso menos injusto sería el
origen de las masacres carcelarias. La arbitrariedad y el retardo procesal
crearían poderosos incentivos a la corrupción, actuando desde los edificios de
tribunales hasta las celdas.
Martínez implica que las cárceles,
a la vez que ser realidades aparte, conscientemente ignoradas por el mundo
exterior, son una metáfora de este, y que si se quiere saber cómo es una
sociedad basta ver su realidad carcelaria. Coincide -en esto- con el artículo de Christopher
Glazek en N+1, que se refiere a la
situación en EEUU, comentado
anteriormente en este blog.
Al igual que el 1,5% de la
población de El Salvador que forma parte o está vinculada a las maras, es una
expresión de su sociedad.
El New York Times reseña
la retrospectiva de la cineasta Nina Menkes en el UCLA Film &
Television Archive de Los Angeles y en Anthology Film Archives, en Nueva York.
Las películas de Menkes, si no biográficas, son “intensamente personales” y parecen
“emanar directamente de su psique”. Una outsider tanto de la vanguardia, como
del cine experimental, sin “maestros ni seguidores”, su obra está partida en
dos: las películas hechas con su hermana Tinka como actriz, y las que le
siguieron luego de una pausa de diez años. “Me gusta la idea de conjurar
películas, más que dirigirlas o escribirlas”, sostiene. Pero no tienen nada de
esotérico, “derivan su poder visceral de la elegancia y el rigor formal”, a
pesar de que Menkes opera la cámara ella misma, siguiendo la máxima de
Cartier-Bresson, de que hacer una fotografía es “colocar la cabeza, el ojo y el
corazón sobre el mismo eje”.
El tráiler de Phantom Love ilustra muy bien la reseña.
La levitación al final tiene un giro que la aparta de lo típico.