martes, 24 de julio de 2012

Marx de cabeza: menos que nada


The New York Review of Books: John Gray sobre Less Than Nothing: Hegel and the Shadow of Dialectical Materialism, y Living in the End Times, de Slavoj Žižek

En The New York Review of Books, el filósofo John Gray, de la London School of Economics, declara que el “neomarxista” Slavoj Žižek es uno de los pensadores que más ilustran las contradicciones del capitalismo actual, uno de los intelectuales públicos más famosos, y un prodigio de productividad, con más de sesenta libros publicados. La reseña que hace de dos de sus libros, sin embargo, no es positiva, si bien útil para una aproximación a su obra. Less Than Nothing: Hegel and the Shadow of Dialectical Materialism, sería una especia compendio de la obra de Žižek: mientras critica a Marx por no ser suficientemente radical en su pensamiento, alaba a Hegel por buscar una forma de pensamiento más dialéctica. El proyecto comunista habría sido utópico precisamente por no haber sido totalmente radical. En las mil y pico páginas del libro, no hay una sola que especifique la forma de comunismo que Žižek favorecería, y sería más bien una reinterpretación de Marx a través de Hegel, a través de Lacan, lo cual puede considerarse el núcleo del enfoque de Žižek. Según su lectura “lacaniana” de Hegel, en la historia no se va desplegando la “astucia de la razón” sino su impotencia, e inspirándose en Alain Badiou, Žižek extrema esta idea para rechazar el principio lógico de no-contradicción, de forma que en realidad, el sistema hegeliano sería un rechazo de la razón como se venía entendiendo entonces y establecería una “lógica paraconsistente”, en la cual una proposición no es suprimida por su negación. Si, según Marx, Hegel puso la dialéctica de cabeza y él la habría puesto de nuevo sobre los pies, Žižek pone a Marx de cabeza.  
En Living in the End Times, sostiene que la premisa de su libro es simple: el capitalismo global se acerca al apocalipsis. Según Gray, no intenta fundamentar en hechos -al contrario de Marx- su lectura de la historia. “Las ideas marxianas, en sus manos, se transforman en expresiones subjetivas de compromiso revolucionario. Si encuentran correspondencia con alguna cosa en el mundo, es irrelevante”, sostiene Gray. La verdad no es objetiva, sino la verdad de la propia posición subjetiva medida por el grado de su enunciación, y al contrario que en Marx, el comunismo no es una posibilidad realizable sino –con Alain Badiou- una hipótesis, algo con escaso contenido positivo pero con potencial de resistencia a lo instituido. Esa resistencia incluye –explícitamente- el terror, y su reinvención hoy en día como emancipador. Žižek alaba los Khmer Rouge por intentar la ruptura total con el pasado, que no fue llevada lo suficientemente lejos: no lograron una nueva forma de colectividad. “Una revolución genuina”, así lo glosa Gray, “podrá ser imposible en las circunstancias presentes. Aún así, la violencia revolucionaria debería celebrarse como “redentora”, incluso “divina”.”  Tal mistificación de la violencia per se no se encuentra en Marx ni Lenin, si acaso hay un precedente en Fanon. Para Žižek, Hitler no habría sido lo suficientemente violento, en el sentido de “esencial”, como para crear un nuevo orden. El problema con el nazismo no sería que fue demasiado lejos en su hubris subjetivista-nihilista de ejercer el poder total, sino que no fue lo suficientemente lejos, un espectáculo gigantesco de pseudo-revolución. Žižek estaría, en cierto modo, sugiriendo que el único mundo en el que no habrá antisemitismo, será un mundo sin judíos.
Por otra parte, según Gray, es difícil no pensar que buena parte de sus textos son una especie de autoparodia, así como es imposible no pensar en el affaire Sokal al leer el siguiente párrafo:
“La…virtualización del capitalismo es en el fondo la misma que la del electrón en la física de partículas. La masa de cada partícula elemental está compuesta por su masa en reposo más la aceleración de su movimiento; pero la masa de un electrón en reposo es cero, su masa consiste sólo en el agregado generado por su aceleración, como si se tratara de una nada que adquiere una engañosa sustancia sólo en virtud de centrifugarse ella misma en un exceso de sí misma”. Una proposición, qué duda cabe, que no puede ser suprimida por su negación y que Gray parodia afirmando, que a pesar de su sobreproducción, “adquiriendo una engañosa sustancia mediante la reiteración infinita de una visión esencialmente vacía, la obra de Žižek –ilustrando apropiadamente los principios de la lógica paraconsistente- asciende al final a menos que nada” –less than nothing.

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