miércoles, 17 de octubre de 2012

Leitmotif

The New Yorker, Aleksandar Hemon: Cloud Atlas, obra a seis manos de los hermanos Wachowski y Tom Tykwer.                                                                        Nexos: Milan Kundera sobre Carlos Fuentes                                                                New York Times Magazine: David Mitchell sobre su novela llevada al cine.

En The New Yorker, Aleksandar Hemon entrega un reportaje que narra al mismo tiempo la creación de la película Cloud Atlas, dirigida por los hermanos Lana y Andy Wachowski, junto con Tom Tykwer, basada en la novela de David Mitchell, y la vida y carrera de los autores de The Matrix. Hijos de un hombre de negocios y una enfermera fanáticos del fine, los hermanos (son 4) crecieron viendo películas. Tras ver 2001 Odisea del Espacio (dos historias no conectadas: una en la prehistoria, otra en el futuro), de Stanley Kubrick, Lana (quien es transgénero y se llamó Larry hasta 2002) quedó intrigada con el monolito que de pronto aparece entre los homínidos. La respuesta del padre: es un símbolo, marcó su enfoque hacia el cine. Larry y Andy hicieron de su casa, y la vida en general, un campo de juegos y aventuras. Ya mayores, formaron una empresa de construcción y remodelaciones sin ser ingenieros; entre otras cosas, construyeron un foso de ascensor sin planos. De extendido sentido familiar, adoptaron a Tykwer como “hermano perdido”, luego de ver su película Lola Corre (una reelaboración de El Azar, de Kieslowski: dependiendo de si el protagonista logra tomar un tren, tendrá tres destinos, tres historias distintas). Puede ser una exageración de Borges haber escrito que acaso la historia universal sea la de unas cuantas metáforas, pero la idea se aplica al arte. El tema de The Matrix, la precaria separación entre mundo real y virtual, asemeja al de La invención de Morel, de Bioy Casares, y en ambas todo es obra de máquinas. De ahí, pasando por la impresión que una película con dos historias separadas provoca en unos niños, y la reelaboración de Kieslowski por Tykwer, se llega a las seis historias en distintos tiempos y espacios, de la novela Cloud Atlas, de la que Mitchell pensó: “es una lástima que sea infilmable”. Porque las tramas, que se relacionan por motivos recurrentes, se desarrollan cronológicamente hasta la mitad del libro y luego se invierten, de forma que todo comienza y termina en el siglo XIX. Tykwer y los Wachowski se retiraron a una casa en Costa Rica a escribir el guión. Desglosaron la novela por escenas, las anotaron en fichas de colores, las reordenaron cuantas veces pudieron. Sin éxito. Apenas el último día dieron con la fórmula. Es la misma de Terra Nostra de Carlos Fuentes, comentada por Kundera: “Una vida no basta. Se necesitan múltiples existencias para integrar una personalidad”. Un mismo actor pasaría a representar diferentes personajes, “actuando almas, no personajes”, según Tykwer.

En The New York Times Magazine, David Mitchell da (sin quererlo) una buena razón para leer el libro antes de ver la película: los actores encuentran matices insospechados la memoria del personaje original antes de ser encarnado desaparece, incluso para el autor que los creó. La estructura del tipo de matrioskas rusas de la novela dio paso a una de mosaico en la película: “no se le puede pedir al espectador que comience por sexta vez a ver la película luego de cien minutos”.