jueves, 1 de marzo de 2012

Es contigo


La Regle du Jeu demanda la intervención inmediata en Siria.
Haaretz: Israel tiene que tomar partido por el pueblo sirio
El País: reportaje del novelista Jonathan Littell desde Homs.

La Regle du Jeu se dedica en pleno a Siria y nos dice: las proporciones son monstruosas. El primer artículo, de Bernard Schalscha, demanda la intervención inmediata, titulando: “los sirios son masacrados, y Vd. ¿lo deja suceder?” Indignado, no ya con los gobiernos, sino con el siempre impoluto ciudadano común (Vd.), escribe: “¿Cómo? ¿No lo sabe usted? ¿No ha leído los reportajes de los periodistas en el lugar, sí, esos periodistas que para informarle a Usted arriesgan ser muertos? ¿Gilles Jacquier, Marie Colvin, Rémi Ochlik han muerto entonces para nada? ¿No ha visto los videos grabados por todos esos sirios que quieren mostrárselos a Usted, a pesar de correr el riesgo de ser asesinados, como lo fue Rami al-Sayed?” Es imperioso ayudar a los sirios ya, incluso con armas. Pone como ejemplo al médico de 71 años Jacques Bérès, fundador de Médicos sin Fronteras, que viajó clandestinamente a Homs, para atender a la gente. No intervenir (al contrario de intervenir) provocaría, según Schalscha, una guerra civil.
Gideon Levy está en el consejo editorial de Haaretz y seguramente pautó la publicación del reportaje de Jonathan Littell sobre Siria. En su columna se pregunta, cómo es posible leer ese reporte del horror en Israel sin hacer nada. El vecinderio está en llamas, al otro lado, gente sedienta de libertad se inmola, y en Israel ni siquiera intentan hacer algo. Recuerda la lamentable frase de Menachem Begin respecto a la guerra entre Irak e Irak: le deseó éxito a ambos. Reconoce que cualquier intervención israelí sería interpretada como parte de sus propios intereses, y podrían unir al pueblo sirio en su contra. Rusia y China están a favor de la carnicería, pero Israel no está en condiciones de predicar moral a nadie. Sin embargo, el pueblo que no podrá olvidar nunca la inacción mundial ante el Holocausto no puede quedarse de brazos cruzados.
El novelista franco-estadounidense Jonathan Littell entró clandestino a Homs, para Le Monde. El País reproduce su reportaje, en cinco entregas del 14 al 18 de febrero. Le explican que la revuelta es popular y los partidos y grupos intentan subirse a ella. Consigue una ciudad asediada, en la que francotiradores disparan a todo lo que se mueve, y la carnicería no se detiene ni ante los niños. Familias son degolladas enteras en sus casas; los heridos, torturados en el hospital militar de la ciudad. Littell: "En Homs, cada smartphone es un museo de los horrores". Los rebeldes del Ejército de Liberación Sirio están llenos de desertores del ejército oficial, e incluso reciben cooperación de oficiales aún activos. Dicen intentar mantener el enfrentamiento fuera de líneas sectarias, pero uno de ellos advierte: si no los ayudan, proclamarán la yihad, para que vengan muyahidines de todo el mundo. Necesitan zonas de exclusión aérea, porque muchos soldados temen amotinarse debido al temor a la fuerza aérea, que no ha sido utilizada todavía por Assad. Si se lograra esto, el régimen colapsaría.   

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