La primera masacre de civiles en Colombia fue perpetrada en
1822 por Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, en la ciudad de Pasto, en la
Navidad Negra. Así lo sostiene
la Revista Arcadia, en ocasión del Hay Festival Cartagena de Indias, cuando introduce
la novela La carroza de Bolívar, del
colombiano Evelio Rosero. En los carnavales de Pasto de 1966, el ginecólogo
Justo Pastor Proceso planea hacer desfilar una comparsa alegórica a una
anécdota de 1813 en Caracas, cuando Bolívar se habría paseado triunfante sobre una
carroza halada por “doce infantas impúberes”. La iniciativa despierta una intriga
de pueblo pequeño, desatando la violencia que atrapa desde los guerrilleros a los
ultraconservadores. Todos hacen lo imposible para detener al doctor en su
empeño de desenmascarar “al mal llamado Libertador”, lo cual desemboca en una
apoteósica escena carnavalesca. El ginecólogo es el personaje principal y
quiere reivindicar la obra del historiador pastuso José Rafael Sañudo, parafraseado
con frecuencia en la segunda parte del libro, pero “la novela toda es un
homenaje a la vida y obra de José Rafael Sañudo”, quien publicó Estudios sobre la vida de Bolívar en
1925, y habría sido, según Rosero, un historiador veraz y documentado. La gesta
heroica se transforma en matanza y los galantes escarceos en violaciones. Una
reseña más centrada hacia la figura de Bolívar se encuentra en Babelia: “Simón
Bolívar fue especialmente cruel”, así como en El Colombiano: “Evelio
Rosero en un juego de historia”. Lo que expresa la tensión entre la trama y
la fuerte carga historiográfica de la novela, tensión que el mismo autor
reconoce.
También en el marco del Hay Festival, Arcadia presenta
al guatemalteco Rodrigo Rey Rosa como escritor de textos cortos: su novela más
larga alcanzaría 100 páginas; su cuento más extendido, 15 párrafos. A los 20
años, participó en Tánger en un taller de escritura con Paul Bowles, quien
tradujo al inglés su libro de cuentos El
cuchillo del mendigo, y su novela Cárcel
de árboles, que ha sido comparada con La
invención del Morel, de Adolfo Bioy Casares. Según la descripción de
Bowles, un funcionario del gobierno convierte a los disidentes en esclavos
mentales: parece tener cierta truculencia gore.
La violencia es central en la obra de Rey Rosa, y para el ensayista argentino
Gonzalo Aguilar se trataría “del origen de la historia, pero es un origen que expresa,
a su vez, vacío y sinsentido. La violencia es el límite de la narración y lo
único que vale la pena narrar”.
En su blog de la Frankfurter Allgemeine Zeitung, Sepp
Gumbrecht propone
sacar a Robert Musil y El hombre sin
atributos de la condición de “dato” para iniciados. Por más que pueda parecer
cuesta arriba leer un enorme fragmento de 1600 páginas, lleno de disertaciones
sobre la filosofía y el espíritu de una época, Gumbrecht destaca que la novela
transmite un mundo pasado, el del Imperio Austro-Húngaro, al punto de meterse bajo
de la piel del lector. El programa implícito de la novela: un universo se nos
hace propio si y cuando es descrito con exactitud como realidad física. Y no
importa si la trama es difusa, como en este caso: los preparativos para las
conmemoraciones del aniversario del Rey Emperador. Sirve de sostén a unos
veinte entrañables personajes de gran definición, salvo Ullrich, el hombre sin
atributos, porque los tiene todos y por lo tanto permanece indefinido, en contraste
con el carpintero Moosbrugger, un asesino serial de prostitutas que cree servir
al interés común y ejerce una atracción fascinada sobre varios personajes de la
obra. Y así, contra la extendida suposición de que se trata de una obra pesada,
es esta dimensión de lectura sensorial la que nos da acceso a ella. Gumbrecht
pone como ejemplo el inicio:
"Sobre el Atlántico avanzaba un mínimo barométrico en
dirección este, frente a un máximo estacionado sobre Rusia; de momento no
mostraba tendencia a esquivarlo desplazándose
hacia el norte. Los isotermos y los isóteros cumplían su deber. La
temperatura del aire estaba en relación con la temperatura media anual, tanto
con la del mes más caluroso como con la del mes más frio y con la oscilación
mensual aperiódica. La salida y puesta del sol y la luna, las fases de la luna,
Venus, del anillo de Saturno y muchos otros fenómenos importantes se sucedían
conforme a los pronósticos de los anuarios astronómicos. El vapor de agua
alcanzaba su mayor tensión y la humedad
atmosférica era escasa.
En pocas palabras, que describen fielmente la realidad, aunque estén algo
pasadas de moda: era un hermoso día de agosto del año 1913".
Aparte de la ironía, el texto anuncia lo que será el
espíritu del libro: el asombro lúdico ante el mundo que le toca vivir. La mejor
premisa para empezar. En pocas palabras, algo pasadas de moda: es una novela
entretenida.