miércoles, 26 de octubre de 2011

Todos los autores son realistas. O fantásticos.

Sobre Kafka pende el estereotipo de que se trata de un escritor fantástico. El Malpensante publica una crítica de El Proceso escrita por un contemporáneo, el berlinés Kurt Tucholsky, mostrando una recepción más aguda. En el mismo número, Hernán Caro nos entrega una muy enterada semblanza del propio Tucholsky, “un gordito berlinés tratando de impedir la catástrofe con la máquina de escribir”, según dijera Erich Kästner.
“La Colonia Penal”, adaptada de Kafka, fue una de los cientos de películas que en vida hiciera el director chileno Raúl Ruiz, quien era más rápido filmando que los demás viendo. Además, sus obras, o fragmentos, apenas encontraban distribución; ver un filme suyo era casi una proeza. Su muerte fue discreta, pero la alucinada obra de Ruiz no tiene semejante en la historia de este arte que fallece. Luis Ospina lo recuerda como un gran maestro de ceremonias, un sibarita infatigable, y un genio artístico.  

Michiko Kakutani reseña para The New York Times dos nuevas biografías de Charles Dickens. La escrita por Claire Tomalin, “Charles Dickens”, le parece rica en información pero tediosa en la escritura. “Becoming Dickens” de Douglas Fairhurst se concentra en la etapa temprana del escritor, y devela un hombre que fue rescatado de la miseria cuando niño, con una enorme incertidumbre sobre la vida, consciente de que cualquier nimio evento puede cambiar completamente la dirección de los acontecimientos. La reseña se refiere a los múltiples rasgos de personalidad de Dickens, muchas veces contradictorios, los cuales poblaron un prolífico universo de personajes. El estereotipo quiere que Dickens sea un escritor realista.

Mark Brown reporta para The Guardian el descubrimiento de un sketch temprano de Harold Pinter, escrito cuando el autor tenía 29 años. Al final de la nota: el sketch, al que el canon subsumirá en la categoría “teatro del absurdo”. Pero es más bien un brillante y fugaz protocolo que muestra la habilidad de quien una vez declarara con cierta envidia no poseer el manejo de la escena de un Brecht, y encontrarse confinado a personajes que sólo pueden sentarse, pararse, entrar o salir. Hablar o callar. ¿Hiperrealista?  

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