viernes, 20 de abril de 2012

101: La vida en números, o el miedo del portero


New York Review of Books: la biografía de George F. Kennan ganadora del premio Pulitzer
Piauí: Curt Meyer-Clason, el traductor de América Latina. Mil goles. Miles de muertos.

¿Cómo explicar una vida? ¿Cuál es su sentido? En The New York Review of Books, Frank Costigliola comentó en diciembre de 2011 la biografía ganadora del Pulitzer escrita por John Lewis Gaddis, George F. Kennan: an American  Life. Costigliola es el editor de los diarios de Kennan, a los que Gaddis tuvo acceso pleno para escribir su biografía. Fallecido a los 101 años en 2005, Kennan articuló la política de “contención” frente a la Unión Soviética en el famoso Long Telegram de 1946 (fuente:Wikipedia-George Washington University). Pero más que artífice de la Guerra Fría su posición se movió en su negación de la alternativa entre apaciguamiento o guerra. Lo cual lo llevó a oponerse a la guerra en Vietnam y la invasión a Irak en 2003. La descripción de Gaddis resulta aplanada, desatendiendo la compleja personalidad de Kennan; enfatiza lo convencional  y soslaya rasgos muy peculiares de la misma, que determinaron su pensamiento. En el año 2000, Kennan anotó en su diario que Gaddis “no tenía idea de lo que realmente estaba en juego” en la “larga batalla que estaba librando…contra la casi total militarización de la política occidental hacia Rusia”. Según Costigliola, comparado con su biografía, Kennan era más “irreverente como estudiante, más profundamente identificado con la cultura rusa como diplomático principiante, más ambivalente respecto a su matrimonio, más alienado de la vida americana, más inclinado al acuerdo y más torturado por las limitaciones de la edad”. Sostiene sin embargo, que la prosa de Gaddis es vívida y elegante; el libro, absorbente; y que si bien Kennan atraerá a otros biógrafos, nadie podrá igualar la investigación aquí desplegada.
El fútbol, Pelé y sus mil goles, destacan en la revista Piauí. Bernardo Esteves intenta una aproximacíon a Curt Meyer-Clason, fallecido a los 101 años en enero y quien, en su correspondencia con Guimarães Rosa para traducir al alemán su novela Grande Sertão: Veredas, expresó la dificultad del trabajo: “¿ha visto Vd. alguna vez a un centrodelantero alemán hacer una bicicleta? Si yo osase intentar las mismas bicicletas y quiebres lingüísticos, y las mismas piruetas sintácticas de Rosa caería de trasero en el suelo”. Llegado a Brasil en 1936 como comerciante de algodón, Meyer-Clason fue detenido en 1942 por espiar para los nazis. Habiendo confesado, según dijo, bajo tortura, negó toda su vida haber espiado alguna vez. Fue preso en el Instituto Penal Cândido Mendes, en Ilha Grande, donde un compañero de cárcel lo introdujo a la literatura. En 2001 declaró: “En vez de morir en Europa, entre millones de jovenes de múltiples generaciones…mi destino me dio la gracia de aprender y estudiar en la libre paz de esa isla favorecida”. Priscila Ferreira Perazzo, en su libro O Perigo Alemão e a Repressão Policial no Estado Novo estudió su prontuario, sin saber quién era y no recibió respuesta a su carta enviada. La obra de Meyer-Clason es tal vez el mayor puente de la literatura brasileña y latinoamericana hacia el público de habla alemana. Su espectro fue amplísimo: de Lezama Lima a Borges, de Guimaraes Rosa a Clarice Lispector. Más de 100 traducciones arrojan, según el artículo, una media anual que supera a la de Pelé (0,94) en goles por partido. Bernardo Esteves ilustra con buenos ejemplos el ingrato trabajo de traducción al que Meyer-Clason dedicó su vida.
Kelly Cristina Spinelli narra el gol mil de Pelé, anotado un miércoles de noviembre de 1969, en un partido entre el Vasco da Gama y el Santos. El portero era el argentino Edgardo Andrada: “fue un gol de penalti, de difícil defensa. Andrada honró el sobrenombre de “gato” dado por sus coterráneos: escogió la esquina correcta, saltó con agilidad y el balón llegó a resbalar por la punta de sus dedos. Pero no lo suficiente como para impedirle seguir rumbo a la red. Pelé anotaba en aquél instante su milésimo gol. La imagen muestra a Andrada golpeando la grama con rabia, mientras el camisa 10 del Santos besaba el balón en el fondo del gol, rodeado ya por decenas de periodistas”. Años después, Andrada renunció a su trabajo en el equipo Rosario Central para asumir una defensa mucho más grave: la acusación de haber participado en la muerte de dos opositores a la dictadura militar argentina que mató a miles de personas. Se presentó al tribunal en Santa Fé otro miércoles de noviembre, en 2011. El portero dice ser inocente.

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