El País: España: contradiccionario de la historia oficial
Politique Autrement: Christophe Guilluy: la división empieza más allá del Banlieu
La Real Academia de la Historia
de España ha publicado un Diccionario Biográfico
Español, acusado de ser, en buena medida, franquista y falto de rigor. En El País, Jorge M. Reverte reseña
el libro que como respuesta edita el historiador Ángel Viñas: En el combate por la historia. La República,
la Guerra Civil, el franquismo, que define de una vez en el título los tres
períodos alrededor de los cuales se ha hecho tan penoso el consenso. 50 ensayos
de 34 especialistas compendian el “estado del arte” de la historiografía al
respecto. Su intención es ser un “contradiccionario”, desarmar versiones pro
franquistas o poco rigurosas, como serían las del ex izquierdista Pío Mora o
César Vidal, y marcar los límites que no pueden traspasarse so pena de incurrir
en franquismo, con lo que -sostiene Reverte-, entraríamos en terrenos de la
censura. El prólogo de Viñas y los dos capítulos finales, a cargo del mismo y de
Reig Tapia, “destilan” una “arrogancia insultante”, que desvirtúa la intención
de los otros trabajos. Tres asuntos problemáticos encuentra Reverte: la
necesidad de poner a Franco “como el más sanguinario de los dictadores”;
insistir en que la represión republicana habría sido obra de “descontrolados”; y
la idea de que Franco quería una guerra larga para matar más y mejor, cuando la
documentación demuestra que la guerra fue larga porque la República le plantó
cara.
En Politique Autrement, Christophe Guilluy desmonta con Les nouvelles fractures de la société
française la idea (extendida entre sociólogos e intelectuales) de que la
brecha social y cultural transcurre en Francia entre las clases medias
plenamente integradas en las ciudades y las minorías de inmigrantes de los banlieues. Su enfoque evita la oposición
campo-ciudad y se asienta sobre la idea de “geografía social”. Con la
revolución industrial, la Francia obrera sucedió a la rural; los barrios
obreros, los barrios burgueses, las zonas industriales, todo estuvo ligado a la
emergencia de la clase obrera. Después de la Segunda Guerra Mundial aparece
otra geografía social, la de los Trente
Glorieuses, la expansión de la clase media de asalariados y funcionarios
que se distribuyen en los suburbios. Desde los años ochenta, los disturbios en
los banlieues de minorías étnicas
fijaron la atención sobre una nueva de geografía de “ghettos”, hasta el punto
de que cuando se habla de “barrios populares” se piensa en ellos. Pero se
perdió de vista el verdadero fenómeno. La desindustrialización sucede primero
de las ciudades a las zonas periurbanas y rurales, antes de proseguir al
extranjero. La metrópoli queda así conformada por clases medias globalizadas,
profesionales, altamente calificadas, y la nueva inmigración extra-europea. En
los suburbios, zonas periurbanas y rurales quedan varadas las clases populares
que son los verdaderos perdedores de la globalización: 55% de la población activa.
Su demografía no es decreciente, sino que va en aumento. Sus miembros típicos no
son jubilados en la pobreza; son la pareja joven con hijos en situación precaria.
Es la Francia mayoritaria, la del “no” –y la que votaría por Marine Le Pen. La
división en Francia tiene lugar más allá del banlieu. Artículos como el de The Economist (France´s Future: A country in
denial), deberían ser contrastados con trabajos como el de Guilluy.
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