martes, 17 de abril de 2012

Nuevas y viejas fracturas


El País: España: contradiccionario de la historia oficial
Politique Autrement: Christophe Guilluy: la división empieza más allá del Banlieu

La Real Academia de la Historia de España ha publicado un Diccionario Biográfico Español, acusado de ser, en buena medida, franquista y falto de rigor. En El País, Jorge M. Reverte reseña el libro que como respuesta edita el historiador Ángel Viñas: En el combate por la historia. La República, la Guerra Civil, el franquismo, que define de una vez en el título los tres períodos alrededor de los cuales se ha hecho tan penoso el consenso. 50 ensayos de 34 especialistas compendian el “estado del arte” de la historiografía al respecto. Su intención es ser un “contradiccionario”, desarmar versiones pro franquistas o poco rigurosas, como serían las del ex izquierdista Pío Mora o César Vidal, y marcar los límites que no pueden traspasarse so pena de incurrir en franquismo, con lo que -sostiene Reverte-, entraríamos en terrenos de la censura. El prólogo de Viñas y los dos capítulos finales, a cargo del mismo y de Reig Tapia, “destilan” una “arrogancia insultante”, que desvirtúa la intención de los otros trabajos. Tres asuntos problemáticos encuentra Reverte: la necesidad de poner a Franco “como el más sanguinario de los dictadores”; insistir en que la represión republicana habría sido obra de “descontrolados”; y la idea de que Franco quería una guerra larga para matar más y mejor, cuando la documentación demuestra que la guerra fue larga porque la República le plantó cara.
En Politique Autrement, Christophe Guilluy desmonta con Les nouvelles fractures de la société française la idea (extendida entre sociólogos e intelectuales) de que la brecha social y cultural transcurre en Francia entre las clases medias plenamente integradas en las ciudades y las minorías de inmigrantes de los banlieues. Su enfoque evita la oposición campo-ciudad y se asienta sobre la idea de “geografía social”. Con la revolución industrial, la Francia obrera sucedió a la rural; los barrios obreros, los barrios burgueses, las zonas industriales, todo estuvo ligado a la emergencia de la clase obrera. Después de la Segunda Guerra Mundial aparece otra geografía social, la de los Trente Glorieuses, la expansión de la clase media de asalariados y funcionarios que se distribuyen en los suburbios. Desde los años ochenta, los disturbios en los banlieues de minorías étnicas fijaron la atención sobre una nueva de geografía de “ghettos”, hasta el punto de que cuando se habla de “barrios populares” se piensa en ellos. Pero se perdió de vista el verdadero fenómeno. La desindustrialización sucede primero de las ciudades a las zonas periurbanas y rurales, antes de proseguir al extranjero. La metrópoli queda así conformada por clases medias globalizadas, profesionales, altamente calificadas, y la nueva inmigración extra-europea. En los suburbios, zonas periurbanas y rurales quedan varadas las clases populares que son los verdaderos perdedores de la globalización: 55% de la población activa. Su demografía no es decreciente, sino que va en aumento. Sus miembros típicos no son jubilados en la pobreza; son la pareja joven con hijos en situación precaria. Es la Francia mayoritaria, la del “no” –y la que votaría por Marine Le Pen. La división en Francia tiene lugar más allá del banlieu.  Artículos como el de The Economist (France´s Future: A country in denial), deberían ser contrastados con trabajos como el de Guilluy.

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