martes, 1 de noviembre de 2011

And summer's lease hath all too short a date

La película Anonymous, de Roland Emmerich, parte de la llamada “tesis de Oxford”, según la cual Shakespeare no es el autor de sus obras teatrales ni sus sonetos, sino el conde de Oxford, Edward de Vere. Quienes la adhieren, piensan que el Shakespeare real, del que acaso queda un posible par de documentos inmobiliarios y testamentarios, de haber existido, fue un ser anodino, no muy culto, que imposiblemente puede haber creado la obra que se le atribuye. The Atlantic Monthly presenta  ambas partes de la polémica, es decir, también la de quienes creen que Will sí fue el autor de sus obras. Pues si lo que de él sobrevive son unos pocos documentos siempre relacionados con asuntos de dinero y propiedades inmobiliarias, hay más razón para creer que es el autor de “El Mercader de Venecia”, y de sonetos que usan términos como “lease”.
Sí, el tema inmobiliario es importante, como pudimos ver con la recesión en 2008. El miércoles pasado los líderes de Europa acordaron otro plan de rescate a Grecia, y con él entramos al planeta “crisis de la deuda soberana”. The Atlantic expone lo que sería el sesgo fatal del plan: se pide a los tenedores privados de bonos (bancos e individuos) aceptar un corte voluntario de 50%. Una típica forma eu-ropea y eu-femista de medio declarar un medio default. El germen del contagio.
En la Frankfurter Allgemeine Zeitung, el redactor Patrick Bernau ventila su rabia por el paquete de rescate, que le haría perder el 50% del valor de los bonos soberanos que compró el año pasado. Porque -dice-, aunque digan que es voluntario, al final va a ser obligatorio. Con este “corte de pelo”, la deuda griega se reduciría al 120% de su PIB, algo aún descomunal, y en una economía tan débil, muy cuesta arriba. Pero la parte de deuda oficial, gubernamental, del FMI, del Banco Central Europeo, no irá al barbero, y la ayuda que se le solicita a China ofrecerá condiciones mejores aún. A Bernau le tranquiliza en última instancia que, de no pagar los griegos, de ir al default, se activarían los ominosos CDS (credit default swaps), lo que Warren Buffet llamó "armas financieras de destrucción masiva" (lo dijo de los derivados en general), y no cree que nadie se atreva a tal escenario.
Ayer, Papandreu anunció un plebiscito para aprobar o rechazar el paquete.  Alguien como que se cayó encima del botón.
En The New Yorker, James Surowiecki plantea un tema que será de vital importancia cuando todo pase: las pequeñas empresas no son el motor de la economía y la máquina de generar empleo que nuestra simpatía por ellas cree que son. Entre los países desarrollados que más dependen de las pequeñas industrias están Grecia, Portugal, España e Italia, es decir, las economías que tienen a todo el mundo en vilo. Esto recoge un argumento ya presentado aquí hace unos días, en relación a Grecia. Mientras que a muchos empresarios pequeños les basta disfrutar del trabajo y vivir bien, las industrias grandes alcanzan economías de escala y de espectro, pueden invertir en investigación y desarrollo, mejorar la productividad, y generar nuevos puestos de trabajo.

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