miércoles, 23 de noviembre de 2011

La granja arde

En The New York Review of Books, John Lanchester recuerda cuando una camarera le contó en Reikjavik que, antes de la crisis financiera, los fines de semana tomaba un avión a Milán para hacer compras. La anécdota le sirve para entrar en la reseña del libro “Boomerang: Travels in the New Third World”, de Michael Lewis, cuya tesis es que la crisis subprime no fue causa sino síntoma de algo mayor, el salto en la deuda global, pública y privada, de 84 billones de dólares en 2002 a 195 hoy en día, para financiar el gasto absurdo, tanto de las camareras de Reykjavik, como de los gobiernos. Y si cuando fallan los bancos quien corre al rescate es el gobierno…¿Quién lo hará cuando fallen los gobiernos, es decir, cuando no puedan pagar la deuda soberana? Durante su recorrido por Islandia, Grecia, Irlanda, Alemania y California, Lewis recurre a personas un tanto a contracorriente para contar su historia. Así, entrevista al exgobernador Arnold Schwarzenegger mientras entrena en bicicleta, saltándose los semáforos en rojo y conduciendo a contramano; o al manager de un fondo de cobertura, Kyle Bass, quien ganó una fortuna apostando a la baja de las subprime, y ahora cree que lo único que se puede comprar es oro y pistolas, porque la deuda soberana se irá al diablo. En cuanto a Grecia, la encuentra en “un colapso moral total”, con una población que pretende vivir protegida de realidades económicas por el Estado, donde los hombre se jubilan a los 55 años y las mujeres a los cincuenta, siempre y cuando sus profesiones sean consideradas  “arduas”, clasificación en la que entran camareros, peluqueros, locutores y músicos.

El lunes 21 de noviembre se cumplieron doscientos años de la muerte del poeta Heinrich von Kleist. En un picnic concertado con su enamorada Henriette Vogel a orillas del Kleiner Wannsee de Berlín, la mató de un disparo en el pecho para después suicidarse con el cañón en la boca. Para Volker Weidermann de la Frankfurter Allgemeine Zeitung, un motivo que se encuentra con frecuencia en las piezas teatrales y narraciones del autor. Según la nota, Kleist sería, junto a Büchner, el más cercano a nuestra sensibilidad actual, mientras que Goethe, Schiller y Thomas Mann, son arrojados al atemporal saco de los que “temen” a Kleist y su abismo. Las alas de ángeles y los sesos desparramados, hechizo de la muerte y de la verdad, belleza y claridad, conviven en este poeta que nunca logró ser reconocido, y abandonaba un plan para comenzar otro.
Acaso sea por esta inclinación por el detalle macabro, que de acuerdo a Die Welt Online, Kleist sea el inventor del periodismo sensacionalista. “La Marquesa de O”, embarazada tras una violación, buscando al padre desaparecido del hijo bastardo mediante un anuncio del periódico, parece el tema de una crónica policial, pero fue la fundación de los “Berliner Abendblätter” lo que justificaría esta apreciación, pues fue el primer diario en publicar noticias policiales. Y en tiempo real: “En Lichtenberg arde en estos momentos (10 am) una granja”. Kleist era además tartamudo, y tal vez de ahí su escrito: “De la progresiva formación de los pensamientos al hablar”.

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