miércoles, 11 de enero de 2012

Lo que queda de cuando mandan los milicos


La Tageszeitung de Berlín conversó con el ex presidente chileno Ricardo Lagos, quien defendió los logros de la Concertación pese a los obstáculos del pinochetismo. Muchos de ellos se han eliminado: los senadores “designados”, el alto mando de las fuerzas armadas es ahora destituible, se acabó el poder inauditable del Consejo Nacional de Seguridad. La pobreza bajó de 40% a 22%, a 13%. La derecha ha bloqueado otras tentativas de reforma: al sistema binominal, al sistema educativo, al impositivo. Los jóvenes también le reclaman a la Concertación y están en su derecho, pero Lagos pide que por lo menos le dejen explicar. Sea como fuere, para él (y muchos en Chile) a 22 años del fin de la dictadura la transición ha llegado a su fin. Chile necesita un cambio profundo en lo social, económico y político.
Y crece la percepción de que es necesaria una nueva constitución, u orden constitucional, para relevar la Constitución de la dictadura de 1980.
En The Clinic, la diputada del partido de Piñera Renovación Nacional, Karla Rubilar, se sale de la fila y critica la colusión de la UDI y RN para bloquear reformas. No sabe aún si el sistema debe ser reformado o cambiado en su totalidad. Hay que acabar con el sistema binominal y el presidencialismo. Los diputados tienen un conflicto de interés esencial, y el cambio llegó para quedarse. Si los políticos no lo lideran, serán dejados de lado. Dice que aplaude de pié al colectivo Revolución Democrática, lanzado por un sector de los estudiantes en protesta.
También hay una entrevista con Rodrigo Eitel, chico pop y sobrino nieto de Pinochet, que cuenta que en tiempos de la Unidad Popular le tiraron papas con Gillette en la cara su mamá, que era rubia y con ojos azules. Dice que sabía mucho de política porque el General le regalaba libros como ‘Política y Politiquería’, ‘Presidente Pinochet’, ‘Memorias de un Soldado’, ‘Ego Sum Pinochet’. Sostiene que cuando hubo juicios a militares los defendió porque quería que se cumpliera el Estado de Derecho sin humillarlos. Allende fue un delincuente político que no ganó por mayoría democrática sino que fue designado por el Congreso; en cuanto Pinochet, era su tío Augusto y le llamó la atención su liderazgo. Cuando murió, un grupo de unos treinta exiliados le habrían querido dar unas trompadas, pero él los confrontó sólo, “porque soy súper valiente”. Cree que hay un negocio alrededor de las mamás de los desaparecidos, que le hacen daño al país, que no puede seguir dividido por gente que ya está muerta. La izquierda miente: el río Mapocho no se tiñó de rojo, y a los que mataron no eran ningunos angelitos. La entrevistadora Verónica Torres lleva muy bien el hilo:
-        ¿A los rastas los encuentras cochinos?
-        Del momento que no se lavan el pelo, sí, po.
-        ¿Te consideras galán?
-        No mucho, fíjate, aunque me va súper bien con las mujeres. Pero soy un tonto idealista que no anda buscando conquistar para pasar el rato sino que para compartir una vida. ¿Me cachai mi volada?
-        Te cacho.
Quiere ser presidente.
Lo mejor es que el nombre The Clinic es por la clínica en la que estuvo internado Pinochet en Londres bajo arresto, frente a las acusaciones en su contra por crímenes de lesa humanidad.
Elocuentes son los muchos comentarios al final: no entendieron nada.

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