domingo, 19 de febrero de 2012

La situación es desesperada, mas no seria


The Times Literay Supplement: Ben Jonson, una biografía.
El País: libertad de expresión en Ecuador. El Universo: el artículo cuestionado
Clarín: la democracia amenazada. CódigoVenezuela: las primarias venezolanas
Le Monde: Imre Kertész y la fatalidad húngara.                                                                                                                                                                                                                                                                                        

En The Times Literary Supplement, Brian Vickers comenta el libro de Ian Donaldson: Ben Jonson. A life. Sería la relación más acabada a que podamos aspirar sobre la vida del autor isabelino Ben Jonson, producto del dominio de fuentes primarias y secundarias, y la dedicación de toda una vida. Presenta a un personaje “apasionadamente amable y colérico”, un autor que gustaba de “comentarse” en sus propias obras, no sólo en el texto sino más allá, hasta el punto de asistir a las presentaciones, “haciendo gestos malos y viles a cada línea” infundiendo temor en los actores. Incluso mató a uno en un duelo, Gabriel Spencer, y sólo escapó del patíbulo acogiéndose al fuero eclesiástico, extensivo a los letrados, recitando el “verso del cuello”, el Salmo 51. Seis de sus piezas le provocaron problemas con las autoridades. Pero el libro incurriría a veces en interpretaciones no lícitas. La experticia de Donaldson sería confiable, más no siempre: Francis Bacon nunca fue secretario de Essex, el favorito de la Isabel I. Aquí el ebook (gratis) de las conversaciones entre Ben Jonson y William Drummond que aparecen en el libro, pero que habría que leer con reservas por haber sido regadas con licor y cierta intención maliciosa por parte de Drummond.
El País critica con fuerza al presidente ecuatoriano Rafael Correa y a la justicia de su país, al ratificar la sentencia contra los periodistas de El Universo. Las penas son desproporcionadas: tres años de cárcel y 40 millones de dólares de indemnización, al igual que la condena a otros dos periodistas a pagar dos millones de dólares por destapar los negocios del hermano de Correa. Se demostraría que no hay independencia de poderes ni libertad de prensa. Aquí, el artículo que llevó a la condena del jefe de opinión de El Universo, Emilio Palacio: Correa sería el principal responsable en el desenlace de la insurrección de policías del año pasado, con la eventual comisión de delitos de lesa humanidad.
En Clarín, Héctor Schamis escribe que la democracia en América Latina es una especia amenazada. Sobre la base de mayorías electorales, se manipulan las reglas constitucionales y el ejecutivo opera a voluntad: leyes habilitantes, superpoderes, reelecciones. Se justifica la discrecionalidad pregonando la justicia social. El derecho al disenso sigue sin ser valorado plenamente.
Para Colette Capriles en CodigoVenezuela, las elecciones primarias de la oposición venezolana muestran una voluntad de cambio. Sobre la contundencia del resultado a favor de Capriles Randonsky, critica que se le vea como producto del rechazo a las maquinarias políticas (cosa que considera falsa), y hace notar más bien la preferencia de los venezolanos por lo homogéneo sobre lo heterogéneo, el consenso de la mayoría por encima de la negociación de las diferencias. Desde ya, el gobierno habría recurrido al expediente fascista del antisemitismo y el racismo para atacar al candidato.
El premio Nobel húngaro Imre Kertész es entrevistado en Le Monde. Sostiene que Hungría es una fatalidad sin sentido ni explicación, que nunca ha vivido en democracia, siempre ha tratado de acomodarse al bloque de turno en el cual ha sido absorbida, y ahora sigue a Viktor Orban como al flautista de Hamelín. La juventud es conformista y fascista, las entradas del metro, con sus afiches del partido Jobbik de extrema derecha, le hacen recordar su infancia en los años 30. Desde que logró su independencia, el país le ha colocado a Kertész el rótulo de judío, sin considerar su vida ni su obra, lo cual le ha impedido desarrollar el menor sentimiento de solidaridad nacional. El odio a judíos y gitanos forma parte de un cuadro en el que el país podría bascular hacia el caos extremo, un fracaso sin comprender por qué. Hay una excepción: la publicación de su Diario el año pasado fue recibida con simpatía por primera vez.  Por lo que parafrasea a Karl Kraus: “la situación es desesperada, más no seria”. 

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