miércoles, 16 de noviembre de 2011

El Pecado no es original

Kenan Malik escribe para New Humanist que quizás la contribución más profunda del cristianismo a Occidente sea la idea del Pecado Original, según la cual todos heredamos el pecado de Adán y Eva. Pero para el Judaísmo y el Islam, al comer del árbol del Conocimiento, el pecado cae sobre ellos, no sobre la humanidad, porque tienen que asumir la responsabilidad por sus actos. Para el Judaísmo, no se trataría de una “caída” sino de una “gracia”, la de la libre voluntad. Sólo con la llegada de la Ilustración, que tanto se debió al redescubrimiento de la antigüedad griega gracias a los sabios musulmanes, logra Occidente desafiar esta idea. Malik nos deleita explicando que la Ilustración se dividió entre el “mainstream” (Voltaire, Kant) y los menos conocidos radicales (Spinoza, Diderot), racionalistas a ultranza que habrían sido su corazón y su alma. Quienes temen la decadencia del “Occidente cristiano” por la mano del Islam político, apelan a los mismos criterios de identidad que los Islamistas y los multiculturalistas. La erosión del Cristianismo no implica la erosión de los valores de libertad, igualdad y universalidad. Pero la defensa crasa del mismo ante las “hordas bárbaras”, bien podría hacerlo.
El autor parece no percatarse de que la idea del Pecado Original habla del paso de un estado de conciencia a otro (digamos: de las cavernas llamadas jardines del Edén a las ciudades). En ese sentido, sí somos todos pecadores.

Malik es neurobiólogo, y contra la biologización de las humanidades la emprende Raymond Tallis en The Wall Street Journal al comentar dos libros sobre el tema. Dice que el biologismo tiene dos manifestaciones: confundir la mente con el cerebro y pensar que el Darwinismo lo explica todo. De esta forma ha proliferado la neurociencia, la neurobiología, la biología evolucionaría y la economía evolucionaria y darwinista. Las hipotecas chatarra no serían entonces activos tóxicos, sino neurotóxicas, se permite decir. Los dos libros están escritos por neurobiólogos que critican esta tendencia. Incomplete Nature: How Mind Emerged From Matter" by Terrence Deacon, le parece poco concluyenre, pero con un punto interesante: Según Deacon, los organismos vivos serían “ausenciales” fenómenos determinados por lo ausente. Es decir, por la necesidad de reaccionar ante lo que ya no hay, o no habrá. Se desarrollan por las limitaciones impuestas a la materia. De ahí, concluye, se habría la mente: no estaría en la materia.
Who’s in Charge, de Michael Gazzaniga, le parece más convincente. La mente no está en el cerebro individual, por lo tanto su actividad no es escaneable. El locus de la actividad mental se encuentra en la interacción entre cerebros.  

No hay comentarios: