La Vie des Idées: abolir la elección presidencial universal y
directa
Der Spiegel: abolir la Presidencia de la República.
The Atlantic: James Fallows sobre el primer período de Obama.
El Boomeran(g): Jorge Volpi y el otoño de Chávez
La Vie des Idées tiene también su versión en inglés: Books and Ideas. Arnaud Le Pillouer aboga en
una entrevista por la abolición de la elección presidencial. El video es la
versión muy resumida del artículo que Le Pillouer y Pierre Brunet entregaran en
2011 (aquí
en francés, y aquí en inglés).
En Francia, la revolución suplantó al monarca absoluto por una asamblea
despótica. La Tercera República reemplazó al emperador por un parlamento con
autoridad absoluta. Hoy, la situación se revierte: el parlamento omnipotente de
la Cuarta República ha sido desplazado por el presidente de la Quinta. El
problema básico sería su elección por sufragio directo universal. Dicha
elección socava la credibilidad en las instituciones. No es democrática, pues al
centrarse en una persona, el pueblo no elige las políticas que desea, todo lo
contrario de lo que sucede en las elecciones parlamentarias, que giran
alrededor de partidos con programas. Desestabiliza las instituciones, pues la
legitimidad “nacional” que deriva el presidente se contrapone a la “local” de
los diputados, por lo que él sería el único “representante” de la Nación; como
tal concentra excesivos poderes y tanto el legislativo como la misma judicatura
se le subordinarían de facto. Proponen adoptar un sistema parlamentario.
Algo como en Alemania. Sólo que
aquí el cargo de presidente es más bien protocolar. Con la renuncia de Christian
Wulff, tras el escándalo por haber usado en su provecho posiciones de poder, ya
hay quienes proponen abolirlo. En Der Spiegel
(aquí en alemán;
aquí
en inglés), es lo que plantea el periodista René Pfister, en un artículo de
corte polémico, más que académico. El cargo de Presidente Federal habría tenido
la función de satisfacer el deseo general de una “razón” suprapartidaria y
neutral. Sin embargo, se ha revelado superfluo, sin contenido. La contradicción
inherente a esta figura habría sido descrita por el ex presidente Roman Herzog:
“Puesto que yo, como Presidente, casi no me encuentro autorizado a decidir
nada, ni siquiera es posible que se me responsabilice si alguien pone en
práctica con fuerza de ley proposiciones mías. Por otra parte siempre puedo, cuando
no se hace lo que yo propongo, señalar que hubiera sido mejor si se me hubiese
escuchado”.
En The Atlantic, James Fallows explora
la interrogante de si Barack Obama será considerado en el futuro un maestro
del ajedrez político o sólo un peón a merced de fuerzas superiores. Fallows,
quien fuera parte del equipo de Jimmy Carter y conoce como el que más el
funcionamiento de Washington DC, logra recoger abundantes impresiones sobre
Obama, y establece comparaciones con presidentes anteriores, siempre acompañadas
de ejemplos, explicando cómo evolucionaron hacia lo que hoy se piensa de ellos.
El Presidente está en el centro de un sistema que lo trata como un
emperador-dios. Pero ninguno es apto para sus funciones, porque las habilidades
necesarias, innatas o adquiridas, son demasiadas. Ni siquiera Franklin Delano
Roosevelt era FDR al principio. Sin embargo, todos evolucionan durante su
mandato. Obama no tenía experiencia ejecutiva, y su desempeño como senador fue
de apenas un año, con lo que ni siquiera tuvo tiempo de crear una red de
colaboradores. Se le critica su distancia emocional de todo salvo un puñado de antiguos
consejeros y amigos confiables. Pero Fallows plantea que Truman estaba menos
preparado aún que Obama para los desafíos que le tocó enfrentar. Un asesor le
habría confiado que en el sistema bipartidista americano, el “presidente debe
ante todo aceptar la fatalidad de que la cooperación es inalcanzable” y que
debe prepararse para la obstrucción y el bloqueo en el Congreso. Fallows cree,
a pesar de todo, que hay una buena probabilidad de que Obama, de ser reelecto,
acabe siendo el presidente que esperaban quienes votaron por él.
Aunque ya tiene más de 60 mil “likes”
en Facebook, igual es pertinente mencionar el
escrito de Jorge Volpi en El
Boomeran(g). En el cumpleaños de García Márquez, recurre a la analogía con
El Otoño del Patriarca, novela de dictadores, para imaginar al presidente de
Venezuela en su hospital de Cuba, con un cáncer que es un secreto militar,
sólo, sintiéndose prisionero, temiendo que no haya nadie que continúe su obra
revolucionaria, temiendo más a los suyos que a sus enemigos. Aspiró a suceder a
Fidel Castro como el maestro del tablero. Pero barrunta acaso no ser más que un
peón. Piensa (aún) que la historia lo absolverá.
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