jueves, 8 de marzo de 2012

¿Quién quiere presidentes?


La Vie des Idées: abolir la elección presidencial universal y directa
Der Spiegel: abolir la Presidencia de la República.
The Atlantic: James Fallows sobre el primer período de Obama.
El Boomeran(g): Jorge Volpi y el otoño de Chávez

La Vie des Idées tiene también su versión en inglés: Books and Ideas. Arnaud Le Pillouer aboga en una entrevista por la abolición de la elección presidencial. El video es la versión muy resumida del artículo que Le Pillouer y Pierre Brunet entregaran en 2011 (aquí en francés, y aquí en inglés). En Francia, la revolución suplantó al monarca absoluto por una asamblea despótica. La Tercera República reemplazó al emperador por un parlamento con autoridad absoluta. Hoy, la situación se revierte: el parlamento omnipotente de la Cuarta República ha sido desplazado por el presidente de la Quinta. El problema básico sería su elección por sufragio directo universal. Dicha elección socava la credibilidad en las instituciones. No es democrática, pues al centrarse en una persona, el pueblo no elige las políticas que desea, todo lo contrario de lo que sucede en las elecciones parlamentarias, que giran alrededor de partidos con programas. Desestabiliza las instituciones, pues la legitimidad “nacional” que deriva el presidente se contrapone a la “local” de los diputados, por lo que él sería el único “representante” de la Nación; como tal concentra excesivos poderes y tanto el legislativo como la misma judicatura se le subordinarían de facto. Proponen adoptar un sistema parlamentario.
Algo como en Alemania. Sólo que aquí el cargo de presidente es más bien protocolar. Con la renuncia de Christian Wulff, tras el escándalo por haber usado en su provecho posiciones de poder, ya hay quienes proponen abolirlo. En Der Spiegel (aquí en alemán; aquí en inglés), es lo que plantea el periodista René Pfister, en un artículo de corte polémico, más que académico. El cargo de Presidente Federal habría tenido la función de satisfacer el deseo general de una “razón” suprapartidaria y neutral. Sin embargo, se ha revelado superfluo, sin contenido. La contradicción inherente a esta figura habría sido descrita por el ex presidente Roman Herzog: “Puesto que yo, como Presidente, casi no me encuentro autorizado a decidir nada, ni siquiera es posible que se me responsabilice si alguien pone en práctica con fuerza de ley proposiciones mías. Por otra parte siempre puedo, cuando no se hace lo que yo propongo, señalar que hubiera sido mejor si se me hubiese escuchado”.    
En The Atlantic, James Fallows explora la interrogante de si Barack Obama será considerado en el futuro un maestro del ajedrez político o sólo un peón a merced de fuerzas superiores. Fallows, quien fuera parte del equipo de Jimmy Carter y conoce como el que más el funcionamiento de Washington DC, logra recoger abundantes impresiones sobre Obama, y establece comparaciones con presidentes anteriores, siempre acompañadas de ejemplos, explicando cómo evolucionaron hacia lo que hoy se piensa de ellos. El Presidente está en el centro de un sistema que lo trata como un emperador-dios. Pero ninguno es apto para sus funciones, porque las habilidades necesarias, innatas o adquiridas, son demasiadas. Ni siquiera Franklin Delano Roosevelt era FDR al principio. Sin embargo, todos evolucionan durante su mandato. Obama no tenía experiencia ejecutiva, y su desempeño como senador fue de apenas un año, con lo que ni siquiera tuvo tiempo de crear una red de colaboradores. Se le critica su distancia emocional de todo salvo un puñado de antiguos consejeros y amigos confiables. Pero Fallows plantea que Truman estaba menos preparado aún que Obama para los desafíos que le tocó enfrentar. Un asesor le habría confiado que en el sistema bipartidista americano, el “presidente debe ante todo aceptar la fatalidad de que la cooperación es inalcanzable” y que debe prepararse para la obstrucción y el bloqueo en el Congreso. Fallows cree, a pesar de todo, que hay una buena probabilidad de que Obama, de ser reelecto, acabe siendo el presidente que esperaban quienes votaron por él.
Aunque ya tiene más de 60 mil “likes” en Facebook, igual es pertinente mencionar el escrito de Jorge Volpi en El Boomeran(g). En el cumpleaños de García Márquez, recurre a la analogía con El Otoño del Patriarca, novela de dictadores, para imaginar al presidente de Venezuela en su hospital de Cuba, con un cáncer que es un secreto militar, sólo, sintiéndose prisionero, temiendo que no haya nadie que continúe su obra revolucionaria, temiendo más a los suyos que a sus enemigos. Aspiró a suceder a Fidel Castro como el maestro del tablero. Pero barrunta acaso no ser más que un peón.   Piensa (aún) que la historia lo absolverá.

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