El Puercoespín: Jon Lee Anderson reporta desde Siria
The New Yorker: Jon Lee Anderson en chat con los lectores. Recuerdos
de Marie Colvin y Anthony Shadid.
CNN: Marie Colvin desde Homs
The Sunday Times: la última nota de Marie Colvin
Paris Match: en recuerdo de Remi Ochlik
The British Journal of
Photography:
homenaje a Remi Ochlik
YouTube – canal: syriapioneer Rami al-Sayed video blogger
Washington Post: Shadid sobre Irak
New York Times: extracto de las memorias de Shadid. Propuesta para
parar la masacre en Siria
En
El Puercoespín, Jon Lee Anderson
presenta
un amplio y completo reportaje sobre la compleja realidad en Siria. De
forma ágil proporciona el contexto de lo que sucede, e hilvana la gran
geopolítica con los destinos individuales en el país dominado por la familia
Assad desde 1963. Al morir el padre, Hafez, y asumir su hijo Bashar, algunos
creyeron sus promesas de apertura, pero nada cambió. En marzo del año pasado,
un grupo de niños de una escuela fue sorprendido en la ciudad de Deraa
pintarrajeando graffitis en contra del régimen. Fueron detenidos y torturados. El
evento desencadenó el levantamiento en Siria. Anderson tiene escenas
memorables, como la del abogado que se detiene en plena calle a gritarle a los
periodistas y los delegados de la Liga Árabe, que vayan a Homs a ver la
masacre, y es rodeado de pronto por una multitud agentes de civil que salen de todas
partes. El país está a punto de ser arrastrado a la violencia sectaria. Muchos
dicen que ya es una guerra civil. El acceso al original de
The New Yorker pueder
ser
comprado aquí e incluye el corriente número en su totalidad (
aquí el
índice). El trabajo de Anderson es imprescindible para entender la situación.
Ayer viernes
sostuvo
un chat con los lectores de
The New
Yorker.
En la misma revista David Remnick
evoca a Marie Colvin y
cuenta
lo que sintió al ver en la noche, por
CNN,
a Anderson Cooper
pidiendo
a la audiencia ver morir a Adnan, un niño de dos años herido durante un
bombardeo en Homs, Siria. La abuela, que justamente ayudaba en el lazareto
atendiendo heridos, rompe en llanto al descubrir a su nieto agonizando. El
padre, con la cabeza vendada, abraza el pequeño cuerpo sin vida, con infinita,
triste ternura. Y pregunta: ¿a quién le ha hecho daño mi niño? Luego, CNN
habló con la corresponsal
de
The Sunday Times, Marie Colvin, que se encontraba en el lugar. Remnick,
quien conoció a Colvin hace diez años en la Ribera Occidental, no puede
librarse de la imagen del niño, ni de la reportera con un parche en lugar del
ojo que perdió en Sri Lanka. Al levantarse la mañana siguiente, apenas unas
horas después, ya Marie Colvin (56) y el fotógrafo francés Remi Ochlik (28), habían
muerto bajo otro bombardeo del gobierno de Bashar al Assad, esta vez sobre el improvisado
centro de prensa que ocupaban.
Colvin había entrado
clandestinamente a Siria, en motocicleta. Su
última
nota para el
Sunday Times comienza
en Homs desde “el sótano de las viudas” en el barrio de Baba Amr, cercado por
las fuerzas del gobierno: son las viudas de hombres que mueren asesinados por
francotiradores mientras buscan pan para sus familias; sólo tienen arroz, té y
atún enlatado que saquearon de un supermercado. No quedan edificios sin
boquetes, la nieve se mete por las ventanas sin vidrios. 28 mil personas
sitiadas y sometidas a bombardeos discrecionales. El Ejército Libre de Siria
lucha con Kalashnikovs contra aviones y misiles. Está compuesto por desertores
del ejército regular de Assad, que miente al decir que ataca a terroristas: en
realidad, están bombardeando una población que muere de frío y de hambre. La
nota termina preguntándose qué sucede con Asma, la esposa de Assad, nacida y
criada en Londres, antigua banquera de inversión, cuya familia es de Homs.
Las imágenes en Internet son devastadoras.
Los bombardeos a discreción: cuerpos desmembrados, un niño sin la mitad del
rostro, una niña con un hueco en la espalda, pies, cabezas, una pierna con
media cadera, regados en la calle. En medio del caos, a veces, unos dedos
señalan al niño sin rostro mientras personas hablan a cámara: parecen hacer más
énfasis en el mensaje de las imágenes al mundo exterior, que en la realidad. Es
el material bruto de los periodistas ciudadanos. Rami al-Sayed fue uno de
ellos, o simplemente alguien que no tuvo otra opción que luchar, una cámara en
la mano. También fue asesinado esta semana por los bombardeos. Murió en medio
de una toma. Antes, escribió: “Baba Amr enfrenta el genocidio en este momento.
Nunca les perdonaré su silencio”. Su canal de
YouTube es
syriapioneer.
Tenía 26 años; su hija Maryam, 18 meses. El material es impactante.
En
Paris Match, Alfred de Montesquiou
recuerda
a Remi Ochlik, con quien estaba trabajando en Siria, en Zabadani, cerca de
Damasco. Habían salido de Siria, pasando solos las nevadas montañas, llegado al
Líbano agotados y congelados, cuando la revista les ordenó no regresar, debido
al peligro que corrían. Pero Ochlik pensaba que sus fotos no daban cuenta de la
tragedia. Regresó clandestinamente a Homs, al centro de prensa improvisado
donde estaba Marie Colvin. El
British
Journal of Photography también
le
rinde homenaje, citando el artículo de Montesquiou.
El periodista estadounidense
Anthony Shadid, de ascendencia libanesa, falleció también esta semana, de un
ataque de asma al intentar salir de Siria clandestinamente. También en
The New Yorker, Dexter Filkins
recuerda
cómo lo conoció, y lo que hacía de él un reportero fuera de serie. Fue en
Irak, y toda la prensa extranjera estaba como loca dando vueltas por Bagdad tratando
de entender el caos. Pero Shadid se fue a un pueblo,
a contar la
historia de Sabah Kerbul, acusado de ser informante de los norteamericanos,
y su padre, que tuvo que asesinarlo para proteger a la familia. La nota formó parte
de la cobertura de Irak hecha por Shadid que le valió un premio Pulitzer.
The New York Times publica
un extracto póstumo de sus memorias. Shadid encontró la casa de su
bisabuelo en el Líbano, todavía en pié a pesar de las guerras, y logró
recuperarla. Cuando escapó de la muerte en Libia, no hubo otro lugar al que quisiera
ir para estar con su familia. Se paró al lado de dos olivos: existen desde que
su abuela se despidió del sitio. Imaginó a su hija llegando. En ese momento,
dice, encontró al-bayt, la casa: lo que imaginamos.
P.S.: el New York Times
presenta
la propuesta de Anne-Marie Slaughter para parar la masacre en Siria. Es atrevida
y difícil, pero tal vez, la única solución posible. Pide establecer zonas de “no-homicidio”,
buscando una intervención defensiva, y fomentando la deserción del ejército
oficial sirio.