Un día antes de firmarse en Bruselas el nuevo acuerdo para
salvar al Euro, en
El País, Lluis
Bassets
proclama
el fin del soberanismo en Europa, con lo que sería la mayor cesión de soberanía
desde la fundación de la Comunidad Económica en 1957. Ahora se quiere la
entrega de la política presupuestaria, “el alma política del Estado nacional”.
Pero considera que es la única forma de preservar “nuestro bienestar y nuestras
formas de vida” en una Unión Europea que funcione.
Bassets cita el
artículo
de Mark Leonard, del think tank
Centro
Europeo de Relaciones Exteriores. Leonard construye el artículo sobre oposiciones.
Los líderes europeos están sometidos a la tensión entre mercados globales, que
han perdido paciencia con la toma de decisiones multilaterales, y votantes, que
han perdido la paciencia con la globalización. La integración europea ha estado
determinada por dos imágenes en espejo: tecnocracia y populismo. La primera es
gerencial, gira alrededor de solucionar problemas, y su método de pequeños
pasos ha sido clave en la integración. El segundo es carismático, promueve políticas
de identidad, y sus exponentes más extremos creen que la división hoy no es
entre izquierda y derecha, sino entre globalizadores y patriotas.
Cuatro caminos habría hacia una solución. La asimilación
asimétrica, dirigida por el Consejo Europeo, que sería una forma de ir
improvisando soluciones por vía intergubernamental y no comunitaria. La
eurozona reducida, con retiro de Grecia, vía que puede resultar muy costosa,
según cálculos de UBS, sustancialmente más que una ayuda completa, y no
descarta complicaciones gravísimas. El tercero, la reescritura de los tratados:
en esta opción las posiciones varían desde una “unión de estabilidad” con
reglas y mecanismos de coerción a intentar de una vez unos “Estados Unidos de
Europa”. La cuarta posibilidad, es una Europa a dos velocidades en la que los
países de la zona euro y otros que se sumen, realizan tratados fuera de la
institucionalidad europea para luego ser incorporados (los tratados) a ella. Es
una especie de híbrido entre la primera y la tercera opción, con el riesgo de que
salvar al Euro destruya la UE. Es el camino tomado hace dos días en Bruselas, y
pasa por la cesión de soberanía.
Eurozine hace
un resumen en inglés, del artículo de Albrecht von Lucke en Blätter für deutsche und internationale Politik. Lucke
coloca la actual crisis a la sombra del dictum del “jurista del horror” Carl
Schmitt, según el cual “soberano es aquél quien decide sobre el estado de
excepción”, para describir lo que califica de la más pesada prueba a la
soberanía de los Estados europeos desde los años 30”. Sostiene Lucke que los mercados dieron un “putsch”
en Italia y Grecia. Sin embargo, la realidad es que el Parlamento italiano
convocó el tercer “governo tecnico” en su historia, y que a Papandreu lo
convenció su partido de renunciar. El uso de la palabra “putsch”, la asociación
con los años treinta y con Carl Schmitt, en suma, con el auge del fascismo,
pueden ser sugerentes, pero no parecen concluyentes, y ni siquiera justificados
en este caso.
El artículo tiene el mérito de plantear temas
importantísimos, y el defecto de diluirlos en retórica programática. Acaso una
señal de nuestros tiempos.
El mismo viernes del acuerdo europeo en Bruselas, Anselm
Kiefer firmó contrato para comprar un reactor nuclear, lo cual es una línea
consecuente desde sus inicios como artista plástico, cuando se sacaba fotos
haciendo el saludo nazi.
The Guardian
publica una
semblanza
con motivo de la inauguración, ese mismo día, de la exposición, Il Mistero
delle Cattedrali, sobre 11 mil pies cuadrados en la White Cube Gallery de
Londres. “El Arte es difícil. No es
entretenimiento. Cuando veo un artista nuevo me doy mucho tiempo para
reflexionar y decidir si es arte o no”, dice Kiefer. Quien compra arte no lo
entiende. Por eso le gusta el anti-arte de Damien Hirst, que subastó él mismo
sus obras en Sotheby´s el mismo día de la quiebra de Lehman Brothers por 93
millones de libras.
Dice Kiefer que los alemanes no distinguen entre la
arquitectura nazi y el arte nazi (¿Será por eso lo de Carl Schmitt?). “El arte
nazi es realmente horrible”, dice, “pero la arquitectura de los 30 no es
específicamente alemana”. Albert Speer habría sido un pésimo político pero no
un mal arquitecto, y Berlín ha debido ser reconstruida según las líneas
trazadas por Speer y Hitler. Además, han debido dejar en pié pedazos del Muro,
el pasado no puede borrarse.
Kiefer cree en una Europa de las regiones, y apoya a Angela
Merkel: “no quiere ser carismática, hace su trabajo a la antigua forma
prusiana, eso me impresiona”.
El Cultural reseña
la muestra
1812-2012 una mirada
contemporánea, para conmemorar los 200 años de la Constitución de Cádiz, la
primera de España, a quien llamamos La Pepa, con 18 propuestas a partir de
alguno de sus artículos. El dúo Democracia (Iván López y Pablo España),
presenta Ser y Durar, basada en el artículo 2: “la Nación española es libre e
independiente y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”. En
el MEIAC de Badajoz, nueve monitores muestran varios traceurs recorriendo un
cementerio de Madrid, practicando lo que se conoce como Parkours, “el arte del
desplazamiento”. Basado en el “Metodo Natural” de entrenamiento de Georges
Hébert, el Parkours enseña a desplazarse del modo más eficiente y fluido en la
ciudad, distinto al previsto por los planificadores, saltando como Jackie Chan
por las azoteas. No hay competencia sino intercambio de técnicas. Todo debe
fluir y nadie debe ponerse en peligro. El lema del Hebertismo es: “ser fuerte
para ser útil”. Y la idea de unos traceurs desplazándose por las tumbas de la
historia española para conmemorar las luchas emancipadoras (“España no
pertenece a nadie”) es hermosa. Sin embargo en el video de la
página web de
Democracia la acrobacia priva sobre
el desplazamiento y se pierde justamente el recorrido. Los colores rojo y
negro, el atavío ninja, el porte marcial,
nos confunden un poco porque provocan connotaciones a la vez comunistas,
anarcosindicalistas, ninjas y fascistas. Ser y Durar entra en choque con la
inscripción de una losa: nada hay después de la muerte. Pero la idea no pareciera
pensada hasta el final. Lamentablemente, el periódico “Soberanía Popular”, que
se distribuye en la instalación y forma parte de ella, no puede ser leído
online.